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Mientras cada día el consumo de vehículos es mayor en cada uno de los países desarrollados, otras grandes concentraciones de población optan por una alternativa más económica tanto de precios como de consumo, esto en gran parte por el aumento de los precios del combustible. 

La ingeniería automotriz nos presenta vehículos con motores cada vez más potentes, en presentaciones de varias centenas de caballos en un pequeño compartimiento, motores que están destinados generalmente a vehículos de gama alta o superdeportivos que posiblemente sean expuestos en un salón, presentación o algún excéntrico millonario se hará de alguno para ir por las compras del supermercado a la vuelta de su casa, pocos de estos vehículos son realmente explotados como su motor les exige. 

La mayoría de los usuarios citadinos están eligiendo las nuevas opciones de vehículos compactos, subcompactos, estamos hablando de pequeños sedanes y hatchback, dándose la tranquilidad que su consumo de consumo será equitativo al uso que le darán, además de muchos más beneficios como una buena zona de aparcamiento, refacciones más accesibles y por qué no considerarlo; menos emisiones. 

En este punto las emisiones están destacando pues los motores de combustión interna están causando estragos en las condiciones ambientales, y es que hicimos de los medios de transporte una necesidad y de estos motores, los más eficientes. 

Consientes de esto podemos empezar a pensar en atractivos diseños de compactos y subcompactos, ejemplos como el Smart ForTwo y el Renault Twizy han demostrado que se puede reducir espacio, consumo, emisiones, sin sacrificar el ahora ya mu y importante aspecto de la movilidad en las grandes urbes.

Parte del éxito de la gasolina sobre otros combustibles es que representa la opción más “barata” para el vehículo, dependiendo su octanaje (capacidad de explosividad de los combustibles) frente a otros combustibles, como etanol, diesel, gas, biodiesel, biogás, etc. cuyos motores y otros ajustes son de más caros y de más difícil acceso.